lunes, 31 de marzo de 2008

"Alicante evoca su alma replublicana", hoy en El País

"El espíritu republicano cabalgó ayer por las calles de Alicante..."
Este es el artículo entero.

domingo, 30 de marzo de 2008

Baldomero R. Díaz, hoy en Información


"Cuenta Marcos Ana (en la foto) que los prisioneros del Campo de los Almendros tuvieron que comerse las flores, las hojas y los tallos tiernos de los árboles, del puro hambre que sufrían que les destrozaba el cuerpo y el alma. "Ya no había nada que llevarse a la boca, hasta la hierba había desaparecido", relata el célebre poeta en su libro "Decidme cómo es un árbol", un interesantísimo memorial sobre su vida y la brutalidad de un régimen político, escrito en un lenguaje sencillo y conmovedor."
Si quieres leer el artículo completo, lo tienes aquí.
Y abajo, una entrevista a Marcos Ana


miércoles, 26 de marzo de 2008

viernes, 21 de marzo de 2008

Vergüenza en Alicante (El País, 17/03/2008)

Al hilo del artículo Vergüenza en Alicante, de Ian Gibson, he recordado a mi abuelo materno, Ramón Alberola Such, abogado, que era católico y monárquico y fue desterrado manu militari de Alicante por haber irrumpido el 11 de mayo de 1931 en el despacho del gobernador militar para protestar enérgicamente por la pasividad de las autoridades de la República ante la quema de iglesias y conventos.
Durante la guerra, en Madrid con toda su familia y arruinado, fue hecho prisionero en la cárcel Modelo, donde se salvó por los pelos de la masacre del 22 de agosto de 1936 que los milicianos ejecutaron en el patio de la prisión, arrojándose al suelo tras un pilón.
Acabada la guerra, el ministro de Gobernación de Franco, Blas Pérez, vino en persona a su desvalijada casa de madrid a ofrecerle el puesto de gobernador vcivil de Alicante, pensando quizá que un represaliado por la República desearía encabezar la represión en Alicante. Mi abuelo, que sabía bien a qué tipo de tareas se le convocaba, declinó el ofrecimiento y renunció a una carrera en la dictadura franquista.
Nunca más le llamaron para nada, pues no quiso mancharse las manos de sangre y hacer a sus conciudadanos nada parecido a lo que le habían hecho a él. El Juzgado de Protección de Menores de Madrid fue el lugar donde, calladamente y hasta su jubilación, con un enorme afecto por los más pequeños, aplicó sus conocimientos de hombre de leyes y su solidaridad cristiana.
Creo que mi abuelo, que era de derechas, pero de otra urdimbre moral que la de los que hoy escatiman un trato digno al recuerdo de las víctimas del franquismo, hubiese apoyado el memorial que bloquea hoy la derecha alicantina.
Ramón Puig de la Bellacas Alberola. Bruselas, Bélgica.

lunes, 10 de marzo de 2008

domingo, 9 de marzo de 2008

Ian Gibson, hoy en El País

En el periódico El Paísde hoy escribe un artículo el hispanista Iam Gibson titulado "Vergüenza en Alicante" en el que critica la posición del PP alicantino sobre el Memorial del Campo de los Almendros.

martes, 4 de marzo de 2008

Y seguimos sin hacer nada...

LA LÍNEA DEL HORIZONTE, de Isabel María Abellán


"De nuevo un día más, el último de marzo. La gente del puerto permanecía en silencio. Después de presenciar la alegía de los vencedores al ver entrar las tropas italianas, de oir sus vítores y vivas a España y Franco, sólo quedaba la desolación total y esperar que de un momento a otro llegara el final.
Como una cruel anécdota de la vida, a primeras horas de la tarde entraron, por fin, los primeros barcos. La muchedumbre volvió a agolparse, los corazones latieron con fuerza en un último intento de esperanza. Todo en vano, no era la salvación esperada, eran dos barcos nacionalistas, el Canarias y el minador Vulcano. De ellos desembarcaron soldados españoles del Cuerpo del Ejército de Galicia.
Los soldados españoles reemplazaron a los italianos en las proximidades del muelle y comenzaron las llamadas a la rendición. Era absurdo resistir, era absurdo todo, sólo había cansancio, derrota. Fue entonces cuandoalgún maldito salvaje disparó unas ráfagas de ametralladora desde las faldas del Castillo. La gente comenzó a correr despavorida, la certeza de la represión más cruel nos invadió a todos. Algunos murieron en aquella avalancha.
Hacia las seis de la tarde empezó a evacuarse el puerto. Durante horas estuvimos pasando entre una doble fila de soldados españoles que nos iban registrando y nos quitaban los objetos personales.
Los hombres fuimos internados en un Campo de Concentración improvisado al aire libre, junto a la carretera de Valencia, en las faldas del minte S. Julián, a un par de kilómetros de Alicante. Después aquel Campo de Concentración se hizo famoso, se llamó "El Campo de los Almendros". Las mujeres y los niños fueron encerrados en dos cines de Alicante.
Los últimos refugiados terminaron de salir del puerto al día siguiente, el 1 de abril. Todo había terminado y sin embargo tara todos quedaba lo peor, aún no conocíamos a nuestros carceleros y no sabíamos imaginar lo crueles que podían llegar a ser.
Las escenas que se vieron en aquellas horas fueron difíciles de soportar, Felipe y yo mirábamos, sin poder contener las lágrimas, cómo se despedían, quizá para siempre, familias enteras. Veías cómo el padre estrechaba la cabeza de su hijo y cómo besaba por última vez los labios de su mujer. Para todos empezó entonces un peregrinar de cárcel en cárceL
(...)
(Isabel María Abellán: La línea del horizonte. Ed. Osuna. Granada, 2000)