viernes, 28 de septiembre de 2007

Memoria y trauma en los testimonios de la represión franquista, de José Ignacio Álvarez Fernández (II)

"Más tarde les comunican que en Valencia no se puede embarcar todavía. Salen, entonces, en dirección al puerto de Alicante donce, de acuerdo con la información que reciben, se encuentran esperando tres barcos con órdenes de recoger la mayor cantidad posible de gente y dirigirse a Casablanca u otros puerto del Marruecos francés.
Era ya de noche cuando abandonamos Valencia. Una enorme fila de coches nos precedía por la carretera. La marcha, al principio, tenía que ser muy lenta... Cuando nos alejamos unos cincuenta kilómetros de Valencia la carretera comenzó a estar más expedita. Nuestro coche empezó nuevamente a correr vertiginosamente. Volvía la huída desesperada en busca de un nuevo destino. (Leiva, 1978)
La llegada a Alicante no puede ser más premonitoria. La ciudad se encuentra envuelta en tinieblas y en silencio, lo que lleva a Leiva a compararla con un cementerio. Los que aún permanecen en la ciudad se dirigen apresuradamente hacia el puerto: "Marchábamos con paso rápido -escribe-, guardando una cierta compostura. Sin embargo, el anhelo de la mayoría hubiera sido correr, ampararse dentro del recinto del puerto, donde no podían entrar jamás los enemigos" (Leiva, 1978). Se afirmaba que el puerto había sido declarado zona internacional y que sólo se permitiría la entrada de barcos para recoger a los miles de refugiados que se encontraban amontonados de forma inverosímil en el limitado espacio del puerto mediterráneo. Las horas y los días se suceden, sin embargo, sin que aparezcan los barcos que se esperan. Se sigue manteniendo, no obstante, que las fuerzas de Franco respetarán el espacio portuario y no entrarán hasta que no se hayan embarcado cuantos lo deseen. La esperanza y la desesperanza se suceden a ritmo pendular en el espíritu de los miles de personas que allí se agruparon para aguardar unos barcos que, finalmente, llegaron, pero no eran los esperados.
Como ocurre en la novela testimonial de Aub, en el testimonio de Leiva el acto final de la guerra civil española desemboca en los muelles del puerto de Alicante, espacio caracterizado por uno de los sobrevivientes de aquel drama como "un pequeño universo cerrado, sin lazo de unión con un pasado concluso y sin otro otro futuro que una mirada de interrogaciones" (Campos, 1985: 50).
En los testimonios La muerte de la esperanza y El año de la victoria, del también periodista anarquista Eduardo de Guzmán, asistimos de nuevo a la angustiosa reconstrucción de aquellas experiencias que, en lo fundamental, coinciden con lo relatado previamente por Leiva y Aub.
El puerto de Alicante, último trozo de tierra republicana en poder de la República, es el "teatro de la memoria" donde cae el telón sobre la gran tragedia española. La entrada en el puerto de los buques de guerra nacionales y las tropas de la división Litorio mandadas por el general Gambara, el mismo que no pudo hacer honor a su palabra de permitir la evacuación de todos los republicanos que se quisieran ir de España, ponía el R.I.P. definitivo a la Segunda República y a sus viejas aspiraciones de transformar la sociedad española.

jueves, 27 de septiembre de 2007

Memoria y trauma en los testimonios de la represión franquista, de José Ignacio Álvarez Fernández (I)

"Los lugares de la memoria de la España vencida (...) surgen también ante la amenaza de desaparición de una comunidad de memoria, la de las víctimas de la represión franquista. En cuanto loci memoriae, los lugares que aparecen en estos testimonios representan la topografía de una experiencia histórica, son la memoria viva de una identidad colectiva. (...) en el caso español estos lugares han sido y siguen siendo ignorados, marginados, no inscritos en el gran discurso de la Historia. No son lugares de celebración ni de institucionalización o monumentalización de la memoria. Por el contrario, muchos de los lugares de memoria de la España vencida han sido borrados, demolidos o transformados con el fin de servir mejor la voluntad hegemónica de la transición de reorganizar la memoria pública de la guerra y la represión franquista. Así, por citar algunos ejemplos, podríamos mencionar el caso del campo de concentración de Los Almendros, transformado hoy en un gran centro comercial, el del campo de concentración de San Marcos, de León, convertido en Parador Nacional, o la cárcel de Ventas ocupada por un bloque de lujosos apartamentos".

(J. I. Álvarez Fernández (2007): Memoria y trauma en los testimonios de la represión franquista. Anthropos, p. 58)

martes, 25 de septiembre de 2007

Una vista de ¿el Campo de los Almendros?


Hemos tomado prestada a nuestros amigos del blog http://alicantevivo.blogspot.com/ una fotografía en la que creemos que aparece la zona cercana al Campo de los Almendros.
D. José Benítez Quiles nos dice que la fotografía se ha tomado desde el arcén derecho de la carretera de Valencia, por lo que el Campo de los Almendros quedaría a la izquierda de la imagen. La chimenea se corresponde con una antigua tejería de la que no existe nada y que se encontraría donde hoy está el centro de congresos del colegio de médicos. La ladera de la izquierda no es la Sierra de San Julián sino uns polina que existía donde hoy está el nudo de varios niveles de la avenida de Denia y el tranvía.

lunes, 24 de septiembre de 2007

Testimonio de D. José Benítez Quiles

José es un alicantino, nacido en 1920, que con dieciséis años vivió el golpe de Estado contra la República y los años de la guerra en Alicante, con sus alegrías y penalidades, y que recuerda los bombardeos de la ciudad y los muertos en ellos (su madre fue víctima de uno de ellos), hasta que, al final, con la "quinta del biberón" marcho al frente.
En este relato narra sus vivencias.
Aquí adelantamos unas frases del mismo:
"Nada más llegar enfrente vi como el reflector que había en el torreón de Santa Cruz enfocaba los aviones. Estaban encima de nosotros. Los silbidos y las explosiones de las bombas se sucedían. Corrí hacia casa. En la baldosa un hombre se tiró al suelo. Junto a él había un chiquito pequeño, lo cogí y me eché al suelo dentro de casa. Las explosiones hacían temblar el suelo. Mi madre trataba, desde debajo de la escalera, de dar ánimos. Las bombas fueron siete. Cayeron a veinte metros de casa. Me asomé a la puerta. Una nube de polvo lo cubría todo".

jueves, 6 de septiembre de 2007

Reflexiones sobre la memoria

Hoy ha aparecido en el diario Información un artículo que puede darnos una visión bastante sensata sobre lo que significa memoria histórica, la siempre presente dicotomía (con perdón) de recuerdo y olvido, y elementos para reflexionar sobre nuestra historia ya no tan reciente, porque el generalísimo se murió hace 32 años.
Pincha aquí.